
Soja Argentina
Sacando las papas del fuego
No es la primera vez que se le piden dólares adelantados al sector rural de la economía.
El aporte en divisas trasunta, por sobre todas las cosas, la extraordinaria competitividad del complejo agroindustrial argentino
Sacando las papas del fuegoLos precios de la soja subieron en los ultimos días y se pusieron por encima de los que cobran los productores de Uruguay, Paraguay o Brasil, donde no hay retenciones. EFE/ Isaac Fontana
Héctor Huergo
CLARIN CAMPO
Sensaciones encontradas. De un lado, la euforia por haber logrado la combinación tantas veces soñada: un solo dólar, y retenciones cero. Y al mismo tiempo, un éxito fenomenal del Gobierno, al lograr el ingreso de 7.000 millones de dólares, cuando estaba contra las cuerdas. La semana anterior había tenido que apelar a la venta de mil millones de dólares para contener la corrida generada por el desastre electoral y la amenaza de regreso del kirchnerismo.
Pero como ya hemos dicho, los argentinos, cuando tenemos una solución, le creamos un problema. Se generó una oleada de resquemores, denuncias de contubernios y maniobras oscuras, creando la sensación de que se había perjudicado al sector productivo, en beneficio exclusivo de los exportadores. Esto quedó instalado, y fue tomado por muchos políticos (incluidos algunos gobernadores) en el medio del debate electoral. Todo muy dañino. Es el momento de calmar las aguas, intentando poner las cosas en su lugar.
Primero: es fantástico que el país cuente con un sector que, nuevamente, puede sacar las papas del fuego. La vaca viva, un concepto que se robusteció y viralizó en estos días, cuando lo tomó el secretario general de Redacción Adjunto de Clarin, Ricardo Roa. ¿A qué otro sector se puede apelar cuando las papas queman?
No es la primera vez que se le piden dólares adelantados a la agroindustria. Ya lo había hecho Macri, en enero de 2016, cuando su gobierno recién arrancaba, y sorprendía con el levantamiento del cepo que había dejado CFK. Ingresaron 4.000 millones de dólares cruciales para empezar a acomodar el desquicio, con la recordada venta de dólares en el mercado de futuros para mantener a raya a la divisa.
Segundo: la medida tomó por sorpresa a todos los operadores. Empezando por los propios exportadores. Me consta. El principal de una de las grandes se enteró el lunes a las 8 de la mañana, cuando lo alertó un amigo productor. Zafarrancho de combate. Tras verificar que se había dispuesto la eliminación temporaria de las retenciones hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar los 7000 millones de dólares de liquidación, había que convencer a las casas matrices.
Para colmo, apareció en simultáneo el mensaje del secretario del Tesoro de los EEUU, que le había prometido 20.000 millones de dólares a Milei/Caputo: es para que terminen con el “tax holiday” a los exportadores de commodities. Es decir, que presionaba al gobierno para que diera marcha atrás con la medida.
Por eso todo el mundo se apuró para aprovechar la ventana, liquidando, anotando declaraciones juradas de ventas al exterior (DJVE) y comprando mercadería para cubrir esas ventas. En tres días, se cubrió el cupo de 7000 millones y el gobierno cerró la canilla, tal como estaba estipulado.
Tercero: “el beneficio no llegó a los productores”. No fue así. Los precios subieron y se pusieron por encima de los que cobran los productores de Uruguay, Paraguay o Brasil, donde no hay retenciones. El mayor poder de compra de los exportadores, gracias a la retención cero, se trasladó al mercado. Algunos piensan que no totalmente. Pero ayer, la soja valía 60 dólares más que antes de la medida (20% de aumento, muy cerca del efecto de la quita).
Nada es lineal, sobre todo cuando media el riesgo país. Traer dólares, venderlos y recibir pesos es para corajudos. El ruido mediático con todo este asunto no hizo más que incrementar ese riesgo. Si la relación entre todos los actores de la cadena se daña, el riesgo es mayor aún. Hubo muchos dirigentes que se dieron cuenta que estaban escupiendo contra el viento y amainaron en sus quejas.
Cuarto: lo que trasunta, por sobre todas las cosas, es la extraordinaria competitividad del complejo agroindustrial argentino. El temor y la presión de los farmers para que no se eliminen los derechos de exportación, refleja claramente lo que todos en el sector saben: cuando la Argentina entra al mercado, todos se tienen que hacer a un lado. Esto es fantástico. El gobierno debe dar una fuerte batalla diplomática para defender esta competitividad y no claudicar, a pesar de la necesidad de apoyo económico.
Quinto: el Gobierno sacrificó ingresos fiscales con esta eliminación temporaria de los derechos de exportación. Unos 1500 millones de dólares. Es una buena noticia, porque ese dinero ahora está en manos de una cadena competitiva. Un camino de mil millas se inicia con un primer paso. El siguiente, debería ser la eliminación definitiva y en el menor plazo posible del total de las retenciones. La respuesta va a ser inmediata y va a permitir recuperar ingresos fiscales por la cascada de impuestos que genera el vuelco al mercado de ese mejor ingreso.
Y además, hay mecanismos financieros que, desde el propio sector, podrían ayudar a cubrir algún agujero fiscal coyuntural. Como lo que venimos proponiendo, y lo pasó bien en limpio FADA.
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